lunes, 26 de octubre de 2015

TU ABANICO


Pekín tiene en la luz
un río de asombros amarillos.
Y tú, desnuda, multiplicas la luz.

El sol dora los muros
y da vida a todo lo que vuela:
la garza escapó del abanico
cuando lo abriste
y se fue corriendo hacia la sombra.
Brincaba entre islas de luz
huyendo de tu mirada.
La garza aceleraba el paso:
su huella, su meneo,
su lance huidizo.
Su cuello dibujaba y borraba
al ritmo de sus pasos
una S en el aire.

Por el hueco que dejó en el abanico
el sol acariciaba tus pezones.
Y ellos, como la garza,
decididos,
parecían querer volar.

Tu abanico aletea.
La garza agita el aire.
Y tú, vuelas lentamente
a hundir tu pecho en mí.

Las mañanas de Pekín
llenas de ti
son como un sueño
de garzas.
Y como la garza lo sabe,

al despertar escapa.


sábado, 3 de octubre de 2015

DE UN LADO Y OTRO




Amo despertar sin saber
de qué lado de la cama amanezco,
si me abrazas con la izquierda
o es tu pierna derecha
la que posesiva me aprieta
desde algún sueño.

La memoria gira también
gozando en cada instante
el desvarío:
¿Mordí tu comisura
izquierda
 y en ese párpado me detuve
o fue a la inversa?

Aquí y allá
una línea delgada
nos separa y nos une
atando y desatando sin cesar
nuestros extremos.

En la convulsión obscura
de tus besos,
un ansia encendida
de lado a lado y viceversa
marca siempre un solo rumbo:
muy adentro.

Tus labios,
espejo carnal
del hambre que te tengo,
donde mi derecha
se vuelve tu izquierda
para que gire el mundo
                           … y una delgada línea sin final,
vueltos uno en el otro
luz y obscuridad
y lo contrario,

                          nos dibuje.
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martes, 28 de julio de 2015

EN LA MÚSICA DE TUS BRAZOS



Abro los ojos dormido,
cierro los ojos despierto.
Amanezco afuera
y adentro contigo.

Duermo
en la música de tus brazos
despierto
en tus dedos tocándome sostenido
duermo
en tus manos palpitando aceleradas 
sin saberlo
despierto
en la textura de tus labios
duermo
en la tenue obscuridad de tu aliento
despierto
en tu boca pronunciando
lentamente
el nombre sonámbulo
que me inventaste
duermo
en este sueño despierto.


El abrazo de los amantes se extiende dentro y fuera del sueño. Es un río sin nombre que cruza los mares visibles e invisibles del deseo.