lunes, 26 de julio de 2010

QUIERO ESTAR EN TI
HASTA SIN ESTAR CONTIGO

Un beso es un eco que retumba
hasta encontrarnos, 
tal vez dormidos,
tal vez abriendo los ojos
por primera vez
uno adentro del otro.
Ni el silencio
ni la distancia
podrán ya nunca remediarlo: 
vivimos beso adentro,
muy adentro,
para siempre.

Quiero correr por tus venas,
estar en ti
hasta sin estar contigo. 
Y seguir latiendo
mientras estás dormida.
Quiero tocar
todas las cosas invisibles
de tu cuerpo. 
Y luego ser sudor
y lágrima
y olvido 
e incluso, cada mes, mojarte
gota a gota.
Un beso así nunca termina.
Comienza un día como caricia 
y dos después arranca a fondo su mordedura. 
A los tres madura
y se queda para siempre.

Ten cuidado que no caiga en luna llena. 
Ese día los besos maduros tienden 
a desplomarse cuerpo adentro.
Y voy a estar tanto en ti
que me sentirás en tus latidos.
Cuando hagas el amor
y hasta cuando lo pienses,
estaré en tus manos 
con mis huellas acariciando
en secreto
las tuyas
línea a línea
desde adentro.
















–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––

Una versión leída por el autor: aquí.

jueves, 8 de julio de 2010

LA CAÑA BRAVA

La caña brava es testaruda,
crece tanto donde la siembran
y riegan con mesura
como al borde de las carreteras
donde corre desbocada
la lluvia turbia
bajando las colinas.
La caña acecha los pantanos,
mirando al sol
rodea los humedales,
y acosa tenaz a los ríos
desde ambas orillas.


Y de pronto, esta caña distinta,
como centauro en una isla sorpresiva,
se aparece:
Viene en balsa de piedra
desafiando la corriente
del ronco río Chirripó.
Crece extrañamente entre las rocas
esta caña altiva y feliz,
despeinada al viento,
que mira hacia la cumbre
donde el hielo será muy pronto río
y pasará a sus pies
hablando solo, alocado,
olvidadizo.


Algunos amores son como caña brava,
me dijiste sonriendo con los ojos,
traviesa y amenazante,
mientras levantabas hacia mí
tu mano posesiva
y lanzabas hacia atrás tu melena,
como si el caprichoso vaiven
de un viento muy callado
moviera a ambas.



La caña brava dice
con los mil dedos inquietos 
de sus hojas
lo mismo que la lluvia, boca arriba.
Dice lo mismo que tus ojos
pero sonriendo al viento.
Dice lo mismo que tu lengua
agitada en mi boca.
Dice que el río de nuestros cuerpos
fluyendo sin cesar uno hacia el otro
canta gimiendo y la estremece
haciéndola vivir, eros o nada,
hasta en el corazón más duro
de la roca más erosionada
por el paso del agua
que vamos siendo
y del viento
que implacable
nos abraza 
y nos agita.