viernes, 28 de mayo de 2010

ESE DOLOR

Entró en mí como la marea,
una ola tras otra,
implacable,
el dolor.
Yo no conocía
esa crueldad.

Al principio pedía atención,
luego me la arrebataba y
después, en su delirio vociferante,
el dolor gritaba solo,
sin tomarme en cuenta.

De la muela a los ojos,
penetrante
como piedra en el estanque
de mi cuerpo,
se extendía
en violentos
círculos concéntricos.

Nada podía sacarlo.
Decidió que mi boca
era su casa y fue rompiendo
todo lo que encontró.
El dolor es un invasor
canalla.

El dolor no duerme,
se oculta para atacar.
Es carroñero:
ríe como hiena
y mira como buitre.
Adentro de mi, apesta. 


El dolor carcome las ideas,
ahuyenta a la luz,
vomita sus ácidos
sobre el esplendor
del mundo.

lunes, 24 de mayo de 2010

APARECIDA




Vuelves a mí,
     al abismo de mis manos,
 a la orilla
      del sonido
            de la sangre
                    de mi cuerpo,
y me dejas escuchar los pasos
     veloces
            de la tuya.

Pego el oído
            a tu piel
(la mía es la prisión de tu presencia)
      escucho en ella
                    el murmullo
de un río en la noche,
     los secretos en tumulto
            de un corazón
que ya no late
            hacia mí.

Pones tu sonrisa en las manos de mis ojos,
            pones tus manos en mis hombros,
tus pies
      se enredan
             en mis piernas,
     se anudan
            como serpientes en celo
y tu mente
            en el mar de aquel olvido
donde flotan
                   nuestras frases
nuestros quejidos
            nuestros anhelos
                   de eterna conmoción
nuestra certeza
                   de ser indisolubles.

Te vas así
     cuando te acercas
y al irte
     me dejas
            más cerca de ti.

Mi piel es la prisión de tu presencia

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Una versión leída por el autor aquí.


sábado, 22 de mayo de 2010

ARDEN LAS PALABRAS DE LOS AMANTES

Llegó ese momento en que los amantes 
tienen ya los labios adoloridos 
de comerse uno al otro.
     Y hasta el viento que los toca 
enciende de nuevo sus sensaciones.
     A esa hora más que a ninguna,
las palabras pueden ser bravos detonantes 
y, en apariencia desde la nada: 
desde el aire que cabe en sus vocales,
pueden avivar una y otra vez
el fuego de la sangre.
     Porque los amantes son frágiles 
como papel 
ante el roce ardiente de ciertas palabras.
     Los amantes se miran con los dedos 
pero se dibujan y se tocan con la boca.
     Los amantes se escuchan 
incluso a través de sus silencios.
     Los amantes se describen, 
se reinventan, acuñan términos
que en sus labios lucen nuevos.
     La palabra de un amante es una cosa, 
un objeto de aire 
que de pronto se aviva 
y late a la temperatura 
y al ritmo del cuerpo.

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Primera página de Nueve veces el asombro (ed. Alfaguara).

viernes, 14 de mayo de 2010

YO SIGO EN EL NUDO AQUEL





Atado a tu sonrisa,
teniéndote sin tenerte,
dentro de ti te busco.

Mis manos exploran,
minuciosas,
la profundidad
de todos tus poros.

Mis manos acarician
los bordes y los pliegues
de tu boca
y de verdad te beso
con tres dedos.

Mis manos te sostienen
en el aire,
como una nube.
Y se apodera de mí
la idea obstinada
de entrar y vivir
en ella.

Mis manos
tratan de aprender
a la velocidad del trueno
todos los lenguajes
de nube
de tu cuerpo.

Todas las compuertas
invisibles de tu piel
gritan,
mezclan todos los tiempos
y amenazas y promesas y recuerdos
me devoran.

Mis manos
ensalivadas
tocan lentamente a la puerta
que abres sonriendo
para invitarme
a conocer
tu sonrisa
desde adentro.

Mis manos
acomodan
las tres vértebras
que alineadas
se vuelven
cámara de ecos
de tu vagina:
látigo en el aire.

Mis manos
y mis brazos
y mis piernas
atan por fuera
lo que lentamente
atamos por dentro.
Sabemos que es ilusión
cualquier cosa,
aunque sea de viento,
que en ese instante
nos separe.
Que no hay lentitud más lenta
ni plenitud más absoluta
que el nudo amoroso
que tejimos.
Y que,
más que nudo
es torbellino
y no cesa.

sábado, 8 de mayo de 2010

EL SOL DIBUJA

Esa gata te imita:
tendidas en el sofá
miran al mundo
mirarlas.

Y el sol atrás 
dibuja palmeras fugaces
para abanicarte.
Un barandal y el mar
se perfilan
a tu espalda
llamándote
sin respuesta.
Tal vez los escuchas
mientras me miras.

Tu sofá,
como una ola
detenida
en su momento más alto.
Y tú sobre la ola,
como aparición
de una Venus reclinada
y con gatita.

Mientras atrás
el sol dibuja
y dibuja tenaz
contra el viento
cada detalle
de esplendor
en el mundo
que creaste.